Alquilar una vivienda es una responsabilidad que va más allá de cumplir con el pago del alquiler mensual. Implica convivir en un espacio que no es propio, pero que debe ser cuidado como si lo fuera. Ser un buen inquilino no solo facilita una buena relación con el propietario, sino que también asegura una estancia agradable y sin contratiempos. A continuación, se detallan las mejores conductas que todo inquilino debe adoptar para vivir en armonía y respeto.
Ser un buen inquilino ayuda a todos
Estas son parte de las mejores conductas que debemos considerar al arrendar un espacio para vivir porque ser un buen inquilino ayuda a elevar el nivel de nuestra convivencia y felicidad.
1. Cuidar el inmueble
Cuidar el inmueble que recibes dirá mucho de ti y de cómo te muestras como un buen inquilino ya que es el aspecto más importante de tu comportamiento. Esto incluye cuidar el interior de la infraestructura, los muebles que te dieron en uso y por supuesto, también los exteriores.
Eres responsable del mantenimiento interno y al reporte de daños o averías que pudieran surgir. Recuerda que, si necesitas realizar modificaciones, debes solicitarlas para recibir el permiso correspondiente ya que, cualquier deterioro o cambio no autorizado puede generar inconvenientes o problemas contractuales.
2. Limpieza y orden
Limpiar y ordenar es una muestra integral de como un buen inquilino es respetuoso de si mismo, de su familia y del propietario del inmueble que alquila. La limpieza contribuye a la creación de un ambiente de vida saludable y agradable para todos.
Realiza actividades de limpieza regular, cuida de expulsar la basura creada por tus actividades conforme a las regulaciones del manual de convivencia y/o municipales. Cuando cuidamos la limpieza y el orden, alejamos con prevención las plagas y conservamos adecuadamente el inmueble que nos ha sido entregado en alquiler, además de nuestras pertenencias.
3. Respetar las normas del contrato
Entre las actitudes de un buen inquilino, se encuentra la del respecto al contrato de arrendamiento, el documento que regula la relación entre el arrendador y el arrendatario.
Es importante por supuesto, leerlo antes de firmarlo y una vez hecho, respetarlo en consecuencia, cumpliendo todas sus cláusulas, en todas sus disposiciones generales y específicas.
La falta de respeto de los contratos implica incumplimiento legal y puede llevar a conflictos formales y en el peor de los casos a la terminación de cualquier vinculación y por ende, a la salida de tu persona, pareja o familia del inmueble arrendado.
4. Ser puntual en los pagos
Pagar el alquiler y los servicios en los plazos acordados en tu contrato de alquiler es una de las responsabilidades básicas de un buen inquilino. Ello demuestra tu capacidad financiera y económica que probablemente fue evaluada además de tu respeto por la puntualidad, seriedad y compromiso con el propietario.
Evita recargos y posibles conflictos, y si tienes algún inconveniente, comunícate, pues es crucial ser honesto ante situaciones que quizá no puedas controlar, de ese modo, siempre habrá la posibilidad de llegar a soluciones en conjunto al respecto de los pagos.
5. Comunicarnos respetuosamente.
El respeto es transversal y en cuanto a la comunicación es clave para determinar quién es y quién no un buen inquilino.
Toda relación necesita de una eficaz comunicación. Nadie te pide hacerte amigo de tu arrendatario, pero es importante estar dispuesto al diálogo respetuoso, y a resolver los problemas propios de este tipo de acuerdos. Los malos entendidos también forman parte de la relación entre inquilinos y propietarios y resolverlos con respecto es fundamental.
Informar al propietario sobre cualquier incidencia en la vivienda responsabilidad del propietario, es importante tanto como responder con prontitud a sus mensajes o solicitudes en momentos de coordinación, con respeto, pues se trata de parte de su trabajo y servicio hacia tu persona o familia.
6. Manejar los conflictos de manera adecuada
Un buen inquilino sabe cómo manejar cualquier tipo de conflicto en la relación con su arrendatario ya que estos pueden surgir en cualquier circunstancia y gestionarlos adecuadamente marcará la diferencia entre encontrar salidas y soluciones o entrar en entrampamientos infructuosos.
Es esencial abordar cualquier desacuerdo con paciencia, con calma y con mucha disposición para encontrar soluciones. Evitar confrontarnos de forma innecesaria no conlleva encontrar acuerdos que, a través del diálogo adecuado, puede evitarnos mayores complicaciones.
7. Ejercer una convivencia armoniosa
La convivencia es central en la relación entre inquilinos y propietarios, sobre todo si como inquilinos compartimos la vivienda con otros inquilinos o con el mismo propietario o en casos donde se vive en espacios cercanos independientes.
Algunos ejemplos de respeto en este nivel de convivencia incluyen: respetar los espacios comunes, mantener un volumen de ruido adecuado, ser considerado con los horarios, cuidar la bulla con actividades grupales de tu iniciativa, mantener la empatía y respeto frente a situaciones críticas de otros inquilinos por salud u otros casos. Todo ello es fundamental para una coexistencia pacífica.
8. Respetar el entorno comunitario
Además de cuidar el interior de la vivienda, un buen inquilino sabe respetar el entorno y la comunidad donde se encuentra.
Esto incluye seguir las normas de la comunidad, mantener en buen estado las áreas comunes y no causar molestias a los vecinos. Una buena relación con la comunidad puede hacer que la estancia sea mucho más agradable.
9. Prepararse adecuadamente para la salida
Un buen inquilino finalmente sabe dar término armonioso a la relación con el propietario al finalizar el contrato de arrendamiento: deja la vivienda en las mismas condiciones en que se recibió, realiza una limpieza profunda, repara cualquier daño causado durante su estancia y devuelve oportunamente las llaves del inmueble.
Este item, no debería causar problemas respecto de la garantía que suele solicitarse al inicio y si esta no se solicita, debería ser un deber claro de cada inquilino al retirarse ya que, si en el futuro necesitamos buenas referencias para futuros alquileres, las obtendremos.
Ser un buen inquilino implica una combinación de cuidado, responsabilidad y respeto. Adoptar estas conductas no solo beneficiará la relación con el propietario, sino que también contribuirá a una experiencia de vida más positiva y satisfactoria.